lunes, 12 de agosto de 2013

Anécdotas propias y ajenas que no me han dejado indiferente

La vida de uno se construye también a base de anécdotas tanto propias como ajenas, que nos acompañan y al recordarlas nos sacan de nuevo la sonrisa o la carcajada.

Tenía yo 18 años y estaba de vacaciones en la playa. Mientras me bañaba en el mar con mi tía Loli, mujer discreta y que no suelta un taco, me dice inesperadamente que los hijos son de las madres y no de los padres, porque total "ellos qué han puesto, un escupitinajo y nada más". Esa descripción tan gráfica, escueta y acertada del esperma y lo que es más, viniendo de mi tía me dejó entre la risa y estupor. Estupor del que aún no he logrado salir.

Juanri es un amigo, íntimo de los hijos de mi tía Loli. Un día se fue con unos amigos a un restaurante argentino y se atragantó con un trozo de filete. El chico casi se queda en el sitio. Y una y otra vez nos ha contado lo mal que lo pasó, con el trozo de carne atragantado y que no subía ni bajaba. Nos lo contaba  acompañando la historia de unos ruidos guturales, y gestos de estrangulamiento desternillantes. Esos ruidos fue lo que al parecer logró que el filete saliera para afuera . Es una historia que Juanri siempre ha contado  tan bien, que me ha marcado. De hecho, he escrito ya tres relatos sobre una persona que se atraganta comiendo carne argentina. Uno lo hice en inglés cuando estudiaba para el Proficiency, otro para mi curso de Escritura Creativa y el último para un magazine literario. Los tres tienen en común que el protagonista no vive para contarlo y se muere sentado a la mesa del restaurante. Creo que aún me esperan más relatos de esa temática, como este post, por ejemplo.

Mis dos hermanas mayores,cuando eran pequeñas (que frase más mala), se pusieron a jugar a los 3 Mosqueteros con los tenedores. Con tan buena suerte que  Bego, la mayor le clavó el cuchillo en la frente, a Olga, la segunda. Me gusta esa anécdota porque cuando la cuenta Bego, se trataba de un tenedor de puntas  romas y Olga lloró por ñoñería. Cuando la cuenta Olga, se trata de un tenedor puntiagudo que le dejó marca en la frente durante días y casi se queda sin cerebro. Yo me quedo con la versión de Olga, que tiene más miga.

Mi hermana Olga, ya no tan pequeña, en pleno agosto y en casa, tuvo la idea de refrescarse con el congelador. Abrió la puerta, metió la cabeza dentro y pegó la lengua en el hielo....con tan buena suerte que no lo lograba despegarla. Por su cabeza debieron pasar imágenes terroríficas, porque cuando al fin logró sacar la lengua de allí, usando toda su la fuerza, un trozito pequeño de carne de la lengua, según ella, se quedó pegada en el congelador.

Una vez, viviendo en Bruselas, abrí el buzón, metí la mano dentro para coger las cartas y me topé con un preservativo usado. La sensación de asco me persiguió semanas.

Pero mis mejors anécdotas personales siempre tienen como decorado un váter público.

Estando embarazadísima me dio un apretón en un Starbucks. Al terminar la faena, me di cuenta de que no había papel y tuve que llamar a mi marido por el móvil para que me lo consiguiera. Tardó bastante, ya que el empleado de turno, al que acudió en vez de traerme un paquete de clínex, no podía encontrar los rollos de papel. Y había cola para entrar. Y todos me miraban. Aún siento sus miradas.

Otra vez, estando de cañas con unos amigos, me fui al baño a hacer pis. Y la puerta se atrancó, y no podía salir. Qué angustia. Menos mal que llevaba también el móvil y llamé a mi marido. Cuando por fin desde fuera lograron abrir la puerta, me encuentro allí a mis amigos, mi hermana, mi marido y tres camareros. Uno de ellos diciendo que como habría cerrado yo la puerta para atrancarla así. Claro.Fui yo.

Y por último una de baño en un entorno profesional.  Fui a Milán a dar una conferencia a una cadena hotelera. Una vez terminada la conferencia y antes de irnos a comer todos juntos, me fui a hacer pis. De nuevo la puerta del baño se atrancó y yo sin el móvil. Empujando, gritando "aiuto, auito". Cinco angustiosos minutos después aparece una tal Valentina, que al ver que yo tardaba tanto en salir, tomó la iniciativa de venir  a buscarme...Che vergogna!! Con lo bien que me había salido la conferencia y se tiene que enterar todo el mundo de mi encierro en un cubículo de vater. Porque fuera del baño me estaban esperando los treintaytantos asistentes.




17 comentarios :

  1. Ya veo que tu también eres amiga de Murphy... Yo nunca me he quedado encerrada en un baño!!!

    Lo del preservativo.... uf!

    Besos!

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    1. Lo del preservativo Drew, me estuvo dando arcadas muchos días, con solo tocarlo, porque lo toqué, lo agarré y estaba usado.....lleno. aaargh

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  2. ¡¡¡Lo del congelador es total!!! Es que de niños hacemos cosas que... jajajaja
    Tengo una amiga igual que tú. Los baños y ella son incompatibles, se queda encerrada un porcentaje de veces inaceptable. :P
    Yo creo que es que poneis demasiado empeño en cerrar la puerta :P
    Besazo

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    1. Si ya lo dijo el camarero número 3. La culpa fue mía. jajaja

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  3. Jajaja. Nunca me he quedado encerrada en un baño público, aunque posibilidades tengo pocas, dado que apenas voy...

    Yo también estuve a punto de morir asfixiada a los doce años, con un trozo de jamón serrano. Y fue algo tan espantoso que tardé años en volver a atreverme a probarlo. Se pasa fatal y para cuando por fin me lo pudo sacar mi madre ya estaba morada y todo...

    Lo de la lengua también me pasó, por intentar chupar un hielo en la cubitera. También perdí un cachito de piel. Qué dolor...

    Lo del preservativo no me ha pasado nunca y espero seguir así.

    Las anécdotas son una cosa fantástica. Un besote!!!

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    1. Lo del jamón es total y muy made in alter ego...le voy a contar a mi hermana Olga que tú también perdiste un trozo de carne y le va a encantar saber que no es la única.

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  4. Tremendas anécdotas!! Puedo decir que cuando leía la historia de Juanri me ha recordado a tu relato del magazine :P
    Sobre atragantamientos sé un rato. De cría tenía la costumbre de cortar la carne en trozos bien grandes, y en una comida de uno de mis cumpleaños, en el campo, uno de esos trozos gigantescos se quedó alojado en mí. Aquello ni subía ni bajaba, ni con agua, ni haciendo el pino (sí, mi madre me obligó), ni con la famosa maniobra de Heimlich... nada. Corriendo al hospital hasta que al final, en el baño, conseguí vomitar. La médica de guarda me dijo que había tenido suerte de de sacarlo por mí misma porque si no me hubieran abierto, y que menos mal que no se me había ido el trozo de carne asesino de sitio porque podía haberme ahogado. Qué mal lo pasé!
    Y en un baño no me he quedado encerrada nunca, de momento, yo me quedé encerrada en un vestuario de las piscinas y sin luz... aisss

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    1. Ojizarka, es que lo de la carne en el restaurante argentina me tiene loca....No puedo creer que tuvieras la carne ahí atravesada tanto tiempo, tía, que sufrimiento.

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  5. Leyendote he llegado a una conclusión, que siempre hay que ir a un baño publico con el movil en la mano... menuda salvación!!! Yo nunca me he quedado encerrada, pero reconozco que es uno de mis miedos...
    Oye, lo del tenedor me ha dejado muerta... espero que a mis niñas no les dé por jugar a los tres mosqueteros!!!
    Yo vivi durante dos años en un pueblecito navarro, cerca de la capital, con mis padres y los vecinos tan majos nos metieron un sapo muerto en el buzon, era el tipico americano con la banderita.... casi hubiera preferido el preservativo... no sé no sé.

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    1. oye no me dejes así, Irene, ¿les dijisteis algo de lo del sapo? No me lo puedo creer, qué mente disparatada...

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  6. Inma:
    Buenísimas todas las anécdotas!!!!. Por cierto, ya me comenzó a dar miedito entrar a un baño público...
    Besos!

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    1. Mientras lleves móvil, todo irá bien. No olvides cargarlo, jajajaa

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  7. Buenísimas todas las anécdotas! Son de las que marcan, tanto si las vives como si las imaginas. Un beso

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  8. Lo de te cuento lo del congelador pero no se lo cuentes a nadie iba en serio, je,je ....
    Respecto a lo del tenedor me lo clavo en la frente y grito "MUERTA". Todavía recuerdo a mama llevándome al baño y yo llorando a mares. Por cierto, a mis hijos yo también les curo muchas "heridas" con agua.
    En baños públicos me he quedado encerrado dos veces, una en el polígono de Alcorcón con los primos y el novio, pero como no me echaron de menos tuve que salir a base de fuerza bruta. ¡Hombres!
    Por cierto Inma ¿tienes una naranja? ¡Ja,ja!

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    1. Olga, yo creí que me dijiste, no se lo cuentes a mamá y a mamá no se lo he contado, jajajaja. Es que es buenísimo lo del congelador a tus sobrinos les encanta que les cuente la historia.
      Por cierto, ya sabes que en lo de los tenedores yo siempre he estado de tu lado (y otras cosas, claro)

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  9. Me olvide del primo Alberto y su trozo en Londres.

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    1. Buenísimo pero difícil de contar que el primo tuvo un trozo en un viaje que no le bajaba ni tomando Jack Daniels a palo seco. El trozo es que me hace reir, no puedo,...

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