Durante 2009 me topé varias veces con la noticia de que Ryanair, compañía aérea líder de bajo coste se planteaba cobrar a sus clientes por ir al baño durante el vuelo. Pensé que eso no se podría llevar a cabo jamás y no le volví a dedicar más tiempo a esta “amenaza”. Negar la evidencia, una vez más, no me ha servido para nada. El mes pasado, volviendo de Bolonia a Madrid en un vuelo de Ryanair, uno de los asistentes de vuelo nos anuncia por megafonía que efectivamente, Ryanair en breve instalará un servicio de monedas en las puertas de los baños y cobrará una libra por ir al baño. Estupefacción, comentarios por parte de los pasajeros…”Esto reducirá nuestros costes”, decía nuestra informadora, “porque eliminaremos uno de los dos baños y pondremos entre 2 y 4 asientos en su lugar”. “Ecológicamente es un paso adelante”, proseguía, “y les animamos a usar los baños de las terminales antes de subir al avión.” La buena noticia era que este sistema de baños de pagos se impondrá exclusivamente en vuelos de una duración inferior a una hora y media. Suspiro de alivio, sobre todo de los que tienen vejiga de poca capacidad.
Mis reflexiones son las siguientes:
- ¿Cómo vamos a ir al baño en la terminal antes de montar al avión si los pasajeros empiezan a hacer cola para entrar los primeros 45 minutos antes de que se pueda embarcar? Recordemos la presión que hay por entrar los primeros en los vuelos en los que las plazas no están numeradas
- Los que tenemos hijos, ¿tendremos un precio de familia?
- ¿Seguirán los pasajeros comprando bebidas en el avión o se echarán para atrás para que no les entren ganas de ir al baño durante el vuelo?
- Pagamos por maleta, por comer, por entrar los primeros (priority boarding) y así podernos sentar al lado de nuestros hijos menores y nuestros abuelitos, y ahora en vuelos cortos pagaremos por hacer pis.
Es cierto que Ryanair tiene precios muy económicos y por eso seguimos volando con ellos, pero siempre con sentimiento de culpabilidad.
Mi marido tiene a su familia en Charleroi, así que nos vemos abocados al trágico destino de seguir volando con Ryanair. No he visto vuelo sin incidencia entre pasajeros, sin gritos o peleas, sin colas interminables en frente de un check-in, sin gente desesperada abriendo maletas y sacando ropa para que pesen menos. También he vivido la frustración de pagar el priorty boarding y que luego me metan en un autobús que me lleva al avión y darme cuenta que he pagado por ser el primero en montar en un autobús. También he vivido la impaciencia de una señora empujándome mientras yo llevaba a mi hija en brazos subiendo la escalerilla del avión. Pero lo dicho, en precio son a menudo imbatibles y el euro manda.
Hay que mear menos.
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